Ana Margarita Gasteazoro, alias Mónica,
“Su vida es un canto a
la libertad, porque rompió con todos los esquemas de la sociedad conservadora
de esos años”
Memorias de una prisionera política revelan detalles de la
clandestinidad guerrillera en El Salvador
El libro se titula "Díganle a mi madre que estoy en el
paraíso” y visibiliza la vida de Ana Margarita Gasteazoro, alias Mónica, la
joven de clase alta que optó por sumarse a la lucha armada en los años 80.
Ana Margarita murió víctima de cáncer en 1993, rodeada de su
familia y en el país que tanto amó. En la portada de EDH del 22 de mayo de
1981, se documentó la captura de la integrante del MNR. Fotos EDH / Cortesía
Mupi y Archivo EDH
A Ana Margarita Gasteazoro nadie la relaciona con el
conflicto armado de El Salvador. Y muy pocos recordarán el importante rol que
cumplió desde la trinchera de la oposición política, en esos años de dinastías
militares.
Carlos Henríquez Consalvi, director actual del Museo de la
Palabra y la Imagen (Mupi) y uno de los protagonistas de ese intenso capítulo
de la historia nacional, no sabía de quién se trataba; hasta el día de su
disertación en un congreso de historia en Austin, Texas, hace ya más de dos
años, cuando Judy Blankenship se le acercó a saludarlo.
“Ella me pregunta si conozco a Ana Margarita, yo le digo que
no. ‘Fue una mujer extraordinaria’. Me aseguró”, recordó el venezolano que
adoptó a El Salvador como suyo, tras fundar y liderar la Radio Venceremos en
los años 80
Sí, Ana Margarita Gasteazoro fue una pieza vital en la
construcción de la historia de El Salvador de hoy, una mujer valiente, curiosa,
inteligente y llena de vida, que heredó a su país un gran legado.
Pero es hasta mayo de 2019, a 26 años de su muerte —el 30 de
enero de 1993, víctima de cáncer—, que su herencia ve la luz en un libro que
recoge casi 40 años de memorias.
El 10 de octubre pasado, en el marco del 68 aniversario de
su nacimiento —el día 15 del mismo mes—, el Mupi lanzó Díganle a mi madre que
estoy en el paraíso. En un acto muy significativo que reunió a representantes
de diferentes sectores de la sociedad salvadoreña, el museo subió un peldaño
más en su cruzada de darle a las voces femeninas de El Salvador su espacio en
la memoria histórica.
Ana Margarita, o Mónica —como se le conocía en la
clandestinidad—, se insertó en la historia del conflicto armado desde la
Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), en donde conoció a
Guillermo Ungo, el socialdemócrata que lideró el Movimiento Nacional
Revolucionario (MNR).
En poco tiempo, la apasionada joven de clase alta se
convirtió en el rostro de la política internacional del MNR y en la mano
derecha de Ungo. Por años, lidió con una doble vida que la llevó a una
diversidad de encuentros estratégicos en países como España, Noruega, Canadá,
Cuba y Nicaragua.
Tras convertirse en testigo de masacres, exterminios e
injusticias contra el pueblo, la idea de unirse a la lucha armada la fue
empujando hacia la clandestinidad. Pero sería el secuestro, la tortura y el
asesinato de uno de sus amigos más cercanos dentro del MNR, Enrique Barrera
—junto a los líderes del Frente Democrático Revolucionario (FDR)—, lo que terminó
de convencerla.
Publicación de El Diario de Hoy sobre el asesinato de los
líderes del FDR, en noviembre de 1980.
En la época en la que dirigía el sistema de propaganda de
los grupos armados, Ana Margarita fue capturada por la Guardia Nacional.
Después de ser recluida por dos años en la cárcel, salió exiliada con estatus
de refugiada a Costa Rica, donde sus amigos Judy Blankenship y Andrew Wilson la
convencieron de contar al mundo sus memorias.
Esos fieles amigos de la época de ambientalista de la
Gasteazoro cumplieron su última voluntad, logrando que Carlos Henríquez
Consalvi se incorporara al proceso de edición y posterior publicación del libro
Díganle a mi madre que estoy en el Paraíso. “Para mí el texto es la narración
de la intimidad de su vida, y mientras cuenta el descubrimiento de su
sexualidad y sus amores, ella va narrando la historia de esa época en El Salvador.
Hechos importantes”, manifestó el director del museo.
En sus memorias, Ana Margarita describe la vida de las
familias acomodadas, las manifestaciones populares en el centro de San Salvador
que terminaron en masacres, la doble vida de los que vivían en el anonimato, la
relación fraternal entre los compas y sus familias, la vida en la prisión y
cómo se sobrevive en el exilio. “Su vida es un canto a la libertad, porque
rompió con todos los esquemas de la sociedad conservadora de esos años”,
concluye Henríquez Consalvi.
El libro está a la venta en el Mupi y en las librerías de la
UCA.
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